Abro los ojos y casi no puedo ver. Tras algunos minutos intentando enfocar cualquier cosa familiar que me recuerde donde cojones estoy, empiezo a ver todo muy borroso y muy rojo. No me puedo levantar: No puedo respirar Apoyo mis brazos sobre la cama, pero simplemente no puedo. Mi cabeza da vueltas y todo lo que veo es una persiana rota, un espejo en el techo y un chico a mi lado. “¿Pero donde cojones estoy?”
Como si naciera otra vez, salgo de la fresa encantada y saco fuerzas para sentarme y respirar. Me siento en la cama en un salto como si hubiera visto el diablo. A lo mejor si lo haya visto. Echo mas una vez un vistazo a la habitación donde supuestamente pase las ultimas horas de mi pos vida y termino el viaje posando mis ojos sobre el chaval “Joder, ¿quien coño eres?”
Algo me dice que quizá sea mejor no saberlo, rápidamente busco mi bolso, chaqueta y si, ya tengo todo. El suelo esta todo hecho mierda y me cuesta llegar hasta la puerta. Entre botellas de vodka y papelitos de cocaína, veo una tarjeta con un nombre que me suena, pero ni puta idea de que es que se trata, la cojo y me piro.
En la calle hace un frío casi insoportable. El aire helado entra en mis huesos como si fueron cuchillitos. Estoy a tomar por culo de casa y me siento débil, me siento triste. Ya me da todo igual. Cerca, lejos. De que? De donde? Busco el mechero dentro de mi bolso y sigo mi eterno camino sin rumbo.
Con las pintas que llevo, la gente pasa por mí y me mira como si yo fuera algo asqueroso y eso me gusta. Me provoca un insano placer saber que la gente tiene pena de mi. Igual porque ellos tambien me dan pena. Igual eso justifica la vida que llevo, justifica el auto destrucción, justifica ver la muerte a cada día. Justifica ya no temer a nada.
Timbra el móvil, es de la compañía farmacéutica.
“¿Alina?”
“Si”
“Nos tenia preocupados, que tal te va?”
“Bien, ¿cuando es la próxima?”
“Mañana a las 8hs nos vemos en la antigua fabrica”
“OK”
Era el capullo del farmaceutiquillo que cree que dominara el mundo. Ojala no me hagan pruebas mañana, con la cantidad de alcohol y drogas que metí, pueden echarme del rollo. Eso si me preocupa.
Como todo curro, el mío tiene su lado malo. Desde cuando empiezas a alimentar tu cuerpo con toda clase de drogas, es solo de drogas que necesitas. Cuando me meten una buena dosis de una droga desconocida, paso la semana flotando y estoy bien. Cuando me tardan a llamar, me atasco de anfetaminas, dopaminas, metanfetaminas, que ya no me hacen puto efecto, pero me permiten sobrevivir.
Como si naciera otra vez, salgo de la fresa encantada y saco fuerzas para sentarme y respirar. Me siento en la cama en un salto como si hubiera visto el diablo. A lo mejor si lo haya visto. Echo mas una vez un vistazo a la habitación donde supuestamente pase las ultimas horas de mi pos vida y termino el viaje posando mis ojos sobre el chaval “Joder, ¿quien coño eres?”
Algo me dice que quizá sea mejor no saberlo, rápidamente busco mi bolso, chaqueta y si, ya tengo todo. El suelo esta todo hecho mierda y me cuesta llegar hasta la puerta. Entre botellas de vodka y papelitos de cocaína, veo una tarjeta con un nombre que me suena, pero ni puta idea de que es que se trata, la cojo y me piro.
En la calle hace un frío casi insoportable. El aire helado entra en mis huesos como si fueron cuchillitos. Estoy a tomar por culo de casa y me siento débil, me siento triste. Ya me da todo igual. Cerca, lejos. De que? De donde? Busco el mechero dentro de mi bolso y sigo mi eterno camino sin rumbo.
Con las pintas que llevo, la gente pasa por mí y me mira como si yo fuera algo asqueroso y eso me gusta. Me provoca un insano placer saber que la gente tiene pena de mi. Igual porque ellos tambien me dan pena. Igual eso justifica la vida que llevo, justifica el auto destrucción, justifica ver la muerte a cada día. Justifica ya no temer a nada.
Timbra el móvil, es de la compañía farmacéutica.
“¿Alina?”
“Si”
“Nos tenia preocupados, que tal te va?”
“Bien, ¿cuando es la próxima?”
“Mañana a las 8hs nos vemos en la antigua fabrica”
“OK”
Era el capullo del farmaceutiquillo que cree que dominara el mundo. Ojala no me hagan pruebas mañana, con la cantidad de alcohol y drogas que metí, pueden echarme del rollo. Eso si me preocupa.
Como todo curro, el mío tiene su lado malo. Desde cuando empiezas a alimentar tu cuerpo con toda clase de drogas, es solo de drogas que necesitas. Cuando me meten una buena dosis de una droga desconocida, paso la semana flotando y estoy bien. Cuando me tardan a llamar, me atasco de anfetaminas, dopaminas, metanfetaminas, que ya no me hacen puto efecto, pero me permiten sobrevivir.
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