Lo bueno de llegar en el hondo del pozo es de repente darse cuenta de que las horas siguen sin esperar nuestras pocas o nulas ganas de hacer algo con ellas. Algo, ni hace falta que sea util. Y son en momentos así que decides de una puta vez meterte el dedo en la garganta y potar todo de malo que te hace sentirse mal. Y darse un tiempo.
Un tiempo para desintoxicar física y mentalmente.
Eso hace parte de un ciclo, después de representar varios personajes en una sola novela, la novela de tu vida, más que la cabeza el cuerpo pide auxilio y es inevitable oírlo. Tenemos un instinto de sobre vivencia inconsciente que es mas poderoso que cualquier otro sentimiento que lleves consigo.
Bebo mi último trago de vodka y decido practicar volver a realidad. Empiezo dando las gracias a camarera. Con el móvil en la mano y luchando contra cien de mi misma, busco en la agenda alguien con quien realmente me apetezca estar. Paso un rato viendo tantos nombres que un día significaron tanto para mí y hoy por hoy no son nada. Personas que he amado, personas por las cuales he podido dar la vida, (hablándoles mi yo adolescente emotivo).
Elijo Lucy, mi ex-mejor amiga. Ex no porque una se ha tirado al novio de la otra y si porque cuando crees que la vida es un libro de mierda y que las personas que te ayudan a escribirlo no son más que paginas que pasan por si solas, la caída es dura y implacable.
Lucy, era mi vecina, íbamos al colegio juntas, nos conocemos cuando aun éramos vírgenes. O mejor diciendo en la época que las tías aun nacían vírgenes porque hoy creo que ya nacen folladas. Pasábamos noches charlando tonterías, comiendo bombones y planeando el día que pillaríamos un coche descapotable y viajaríamos todo el mundo, en el mejor estilo Alicia Silverstone en el video del Aerosmith. O será Thelma & Louise. Algo así.
Después de una parada cardiaca al teléfono, Lucy acepta mi invitación a cenar en mi ático blanco, amplio y acogedor. Esta todo un poco fuera de orden, tengo colección de basura por todas las partes pero me ha bajado un espirito de asistenta de hogar y lo arreglo. Me pongo a imaginar Lucy como está, supongo que delgadita y blanquita como era. Siempre seria, con sus frisos, los ojos verdes y una nariz enorme.
La ansiedad el algo que tengo que controlar.
Suena el timbre, me quemo la mano con el puto filete y salgo corriendo para abrir la puerta y que ganas de decir “¿Tu quien eres?” Pero mi educación no me permite arriesgarme y suelto un ¡Hola Lucy! a ver si cuela y…si era ella.
Eso hace parte de un ciclo, después de representar varios personajes en una sola novela, la novela de tu vida, más que la cabeza el cuerpo pide auxilio y es inevitable oírlo. Tenemos un instinto de sobre vivencia inconsciente que es mas poderoso que cualquier otro sentimiento que lleves consigo.
Bebo mi último trago de vodka y decido practicar volver a realidad. Empiezo dando las gracias a camarera. Con el móvil en la mano y luchando contra cien de mi misma, busco en la agenda alguien con quien realmente me apetezca estar. Paso un rato viendo tantos nombres que un día significaron tanto para mí y hoy por hoy no son nada. Personas que he amado, personas por las cuales he podido dar la vida, (hablándoles mi yo adolescente emotivo).
Elijo Lucy, mi ex-mejor amiga. Ex no porque una se ha tirado al novio de la otra y si porque cuando crees que la vida es un libro de mierda y que las personas que te ayudan a escribirlo no son más que paginas que pasan por si solas, la caída es dura y implacable.
Lucy, era mi vecina, íbamos al colegio juntas, nos conocemos cuando aun éramos vírgenes. O mejor diciendo en la época que las tías aun nacían vírgenes porque hoy creo que ya nacen folladas. Pasábamos noches charlando tonterías, comiendo bombones y planeando el día que pillaríamos un coche descapotable y viajaríamos todo el mundo, en el mejor estilo Alicia Silverstone en el video del Aerosmith. O será Thelma & Louise. Algo así.
Después de una parada cardiaca al teléfono, Lucy acepta mi invitación a cenar en mi ático blanco, amplio y acogedor. Esta todo un poco fuera de orden, tengo colección de basura por todas las partes pero me ha bajado un espirito de asistenta de hogar y lo arreglo. Me pongo a imaginar Lucy como está, supongo que delgadita y blanquita como era. Siempre seria, con sus frisos, los ojos verdes y una nariz enorme.
La ansiedad el algo que tengo que controlar.
Suena el timbre, me quemo la mano con el puto filete y salgo corriendo para abrir la puerta y que ganas de decir “¿Tu quien eres?” Pero mi educación no me permite arriesgarme y suelto un ¡Hola Lucy! a ver si cuela y…si era ella.
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